Friday, May 26, 2006

de rojo y blanco

Me he despertado antes que nadie, me he sentado sobre la cama. Cada vez queda menos para que pueda apoyar los pies en el suelo. Como dice mi padre ya soy una señorita. He dejado el oso sobre la cama y he dado un pequeño saltito al suelo. Hoy soy feliz, me van a llevar al circo. Está cerca de casa. La carpa es muy grande, roja, y un señor muy mayor con una chaqueta roja adornada con flores doradas está siempre en la puerta saludando. 
Hoy soy feliz, me van a llevar al circo.  Elijo un vestido rojo de los que solo se usan los domingos para ir a misa con un lazo bien grande blanco en la espalda. Tengo los colores del circo.
Hoy soy feliz, me van a llevar al circo. Me siento en el sofá, con las rodillas juntas y mi monedero con 3 monedillas que seguramente no me den para nada y miro el reloj que todavía está muy lejos de la hora deseada…
Y me siento a la mesa a la hora de comer, con mi vestido de fiesta, con los pies colgando, con una servilleta al cuello para no mancharlo, porque hoy soy feliz, me van a llevar al circo. La función empieza a las 17. 
Por fin voy a poder ir al circo, por fin voy a poder sentarme en esas filas de madera de las que tanto se quejan los adultos, y me van a poder colgar los pies, una vez más. Y voy a poder tener un dolor de cabeza al volver a casa de tanto gritar y reir, y dejarme llevar por un mundo muy hermoso, creado pero hermoso… diferente, rojo y dorado, dorado y azul… dejarme llevar por las siluetas de los artistas en la carpa, por el sonido de la música, voy a cantar con los demás niños, voy a ser feliz, un poco más si cabe.
Y son las 17. Abro la ventana bien abierta… el circo está cerca, por lo menos quiero escuchar su música… saber que todavía no se ha acabado, que todavía puedo entrar, que puedo entrar hoy,  y voy a adentrarme en ese mundo mágico… pero no se oye nada, las luces se están apagando, se apagaron ya las luces del circo y se encendieron las de la ciudad… se ha debido acabar el espectáculo y mañana se van.

ayer y hoy

Ayer y hoy…sentada delante de la ventana, viendo pasar la gente,y dejando el tiempo pasar… sentada delante de esa ventana primero y de la de al lado después, asomada a ratos, escuchando el piano de las clases de danza de la primera planta, las niñas salir, los coches marchar y venir… viendo atardecer, y disfrutando con un saudade irremediable los colores del dia que se oscurecen hasta perder saturación, hasta perder esa emoción necesaria para vivir, para sobrevivir un día más…
Ver como la ciudad se vuelve amarilla y negra, hermosa, tristemente hermosa, borrando cualquier defecto de obra humana…
Y mientras, las velas repartidas en la morada ya no dan luz, ni esperanza, ni son bonitas…se han consumido, no queda nada…ya no queda nada…porque él no vendrá.